Vista desde El Nido de Navasa

El nido

Estábamos buscando un hogar y lo encontramos aquí. Esta casa es el nido de nuestra pequeña familia y una puerta abierta para aquellos amigos y visitantes que adoran la cultura y la naturaleza de este rico entorno.

El nido de Navasa se encuentra a los pies de la preciosa iglesia de este pueblecito del Prepirineo aragonés, a medio camino de Jaca y Sabiñánigo, bajo la rotunda Peña Oroel, y fundido al frondoso barranco de Las Viñas, zona natural protegida.

Este nido es un lugar en el que los animales son bien acogidos y se cuida de las plantas. Es un lugar desde el que conocer, disfrutar y proteger tanto del medio ambiente como de la obra del hombre en un territorio privilegiado. Es un lugar para vivir.

domingo, 9 de diciembre de 2012

La iglesia parroquial de Navasa


La parroquial de Navasa está ahora dedicada a la Asunción de la Virgen. Comenzó a edificarse en el siglo XII, cuando al parecer se advocó a Santa Eulalia, patrona tanto de la población como de una sencilla ermita moderna, a la que fue posteriormente transferido el culto de la santa durante algún proceso no documentado. Después de varias modificaciones y ampliaciones, la parroquial, de la Asunción, fue finalmente restaurada en 2010, luciendo hoy un fenomenal aspecto. 


Lo más conocido y característico de la iglesia son sus pinturas románicas, unos frescos realizados a fines del siglo XII, con la posible conclusión de la iglesia, y que fueron trasladados al Museo Diocesano de Jaca, donde forman parte de su espléndida colección de pintura mural medieval. Ubicadas originariamente en el ábside, narraban la vida de Jesús, representado bajo un Pantocrátor sin mandorla rodeado por el Tetramorofos, arcángeles y profetas. Destacan las escenas de la Epifanía y la Huída a Egipto, plenas de naturalidad y colorismo. La personalidad de esta obra ha hecho que se hable de su autor como del Maestro de Navasa.


En Navasa sí podemos contemplar la bella arquitectura del templo. La iglesia es de nave única, con capillas laterales añadidas a posteriori, quizá en el siglo XVI, al tiempo que se levantara la torre y la sacristía. La esbelta torre, símbolo de la población, es de cuatro cuerpos, delimitados por impostas. En el lienzo este del segundo tramo de la torre, la restauración dejó un pequeño ventanal, fabricado con elementos reutilizados, entre los que sobresale un capitel jaqués de gran porte y temática vegetal. La cabecera se compone de ábside semicircular, con presbiterio a menor altura que el resto de la nave. Sus volúmenes están bien señalados al exterior.
Exteriormente, la fábrica de la iglesia es de grandes sillares, perfectamente escuadrados y ajustados, sin marcas de cantería. Toda ella se vería recrecida en altura, probablemente al tiempo que se levantó la torre, y como demuestra el cambio del sillar al sillarejo justo por debajo de la decorada cornisa. El ábside tiene en su centro un ventanal de medio punto y doble derrame. La cornisa viene sustentada por una serie de canecillos, algunos de los cuales muestran decoración a base de rollos, geométricos o bolas.


Al sur de la nave se ven las huellas de una apertura cegada, quizá una gran capilla de arco apuntado, y que sería posteriormente sustituida por las dos laterales, más adelantadas. Bien podría haber sido también la salida a un pequeño claustro, duda que sólo podrá resolver la arqueología. Al lado norte de la nave del templo se ubicó un pequeño cementerio. Al menos resta una graciosa lápida del XIX, situada en el ángulo noroeste de la nave.
Bajo su moderno pórtico, su portada es el otro elemento principal de la iglesia. Más concretamente el tímpano que la decora, al interior de tres arquivoltas de borde biselado, excepto la central, que muestra baquetón. El tímpano, monolítico, muestra un crismón trinitario de ocho brazos, con sus símbolos en posición ortodoxa, y con varias figuras a sus lados, de ambiguo significado. A la izquierda vemos en primer plano un cuadrúpedo, quizá un tosco león, tras el que aparece de medio cuerpo una figura con pechos remarcados y facciones sencillas. Al otro lado, lo que parece un jabalí en primer plano y sobre su lomo, un ave, que aun sin parecerse podría ser, como en la catedral de Jaca, un basilisco, elemento negativo como el jabalí.


Por último, al interior de la iglesia nos encontramos ahora con un espacio sobrio. La cabecera consta de cilindro absidal cubierto por cuarto de esfera. Delante, el presbiterio es amplio, cubierto de medio cañón. Una imposta biselada recorre ambos al nivel del encuentro entre paramentos verticales y bóvedas. Tras el presbiterio, mantiene su estructura un tramo abovedado hasta el primer fajón. El resto de la nave se cubre con techumbre de madera. A los pies del templo hay coro alto de madera, y bajo él, a su lado sur se ha reubicado la pila bautismal rectangular que durante mucho tiempo cumplió funciones de abrevadero en la plaza. Todavía pueden verse en altura los dos orificios donde se hallaban los caños. En las esquinas muestra decoración de sogueado. La mesa del altar la sustentan una serie de columnillas y capiteles neorrománicos que se esculpieron en el XIX procedentes de un arreglo hecho en la Catedral de Jaca.

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